“Que si madre, que estoy bien
y como sano todos los días”. Es imposible, una madre siempre vive preocupada de
que te encuentres bien, asumo que es una mentirilla blanca que almuerce completos
y no charquicán como ellas pretenden. Pero mal no me siento si me como
completos o un paquete de papas fritas, en cierto modo no me siento mal si
trasnocho un poco o no me levanto en todo un domingo, o cualquier cosa que una
madre hace poner un grito en el cielo.
“Que si estoy bien, que si yo
también te amo”. De estar bien se puede decir que si, cuando llevas una vida
tranquila con tus pequeños momentos de caos, no se puede decir que estas mal,
pero decir “normal” no es convincente, solo di “bien”. Por otro lado el “te amo”
es real, es imposible no amar quizá a la única persona que le puede importar si
te duele una uña, es imposible no amar quien tiene el mayor grado empatía contigo.
“Que si mamá, no paso hambre”.
“Que si leí tu carta, pues si
me gusto y me sirvió mucho”. ¿No sé si esto sea mentira u ocultar la verdad?, ¿de
ser mentira no sé qué tan grave puede ser? De que la carta la leí es cierto y
juro que la leí cinco veces más. El que me gustara por ahí puede que sea la
cosa, pero no me desagrado y no la encontré tonta. Del que me sirviera… si
claro que me fue útil para poder darme ánimos en un momento. Quizá mi gran mentira
fue que al leerla me hizo llorar y no le conté, no le pude contar que me llore
cada una de sus palabras.
Es que va más allá de que si
comes bien, o pasas frio, o de que no te has resfriado. Va por el lado de darte
cuenta que toda pena, todo sufrimiento, todo lo mal que te puedes sentir, es
una pena doble para mi madre. El sentimiento de culpa de no poder abrazarme, el
sentimiento de culpa de que en la adolescencia o la niñez no tomo la mejor decisión,
el sentimiento de culpa mayor porque estas en un mundo en el cual no quieres
vivir y ella no pudo cambiarlo para hacerlo más vivible. ¿Cómo decirle que no
es su culpa si yo he sido el irresponsable?
Yo la he cagado, yo lo he
hecho mal de nuevo y quizá lo siga haciendo mal en muchas cosas. Si la he
pasado mal no fue de forma gratuita, puedo excusarme que soy un humano que
comete errores, que mi melancolía sea parte de mi naturaleza maldita. En fin
solo son excusas y para ella esas cosas no importan, ella solo me dio la vida y
la responsabilidad enorme para ella de cargar con eso, de que si desprecio mi
vida, ella también siente que la culpa es suya. Si es imposible convencerla de
que estoy bien, lo es más aún que no es parte de la responsabilidad cuando estoy
mal, aun así de conseguirlo, ella seguiría sintiendo mis penas y errores como
suyos más que míos.
Llore y no le conté, quizá porque
no quiero darle más penas o preocupaciones. Puede que me da miedo a que deje de
escribirme, porque espero mucho más su carta que los cigarros de chocolate.

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