Fue un 5 de marzo cuando me
presentaron a mi madre, pero tuvieron que pasar años para poder entender que
rol que juega esa persona y ese título que conlleva. En fin, un poco para
explicar el contexto, me vi creciendo en el seno de una familia clase media con
todo lo que eso significa. Los valores cristianismo
mezclado con la burguesía, el miedo a la miseria, deseo por lo que la
televisión nos ofrecía y la única real herencia a la cual aspirar era la
educación. En esto último era mi madre una sacerdotisa al respecto, una muy
orgullosa profesora de básica.
Yo desde mi ni nacimiento fui un
salvaje, pero ese salvajismo, era solo la voz que según Cristo no debíamos escuchar.
Así que la ignoraba por miedo al infierno, de la misma forma ingenua me tiraba
del ropero con un par de guantes gritando “VENGADOR A MI”. Pero el ser salvaje
estaba ahí al asecho, como el cazador que es, esperando su momento de atacar y
hacerse valer. Yo solo ignoraba e intentaba ser buen hijo, un buen hermano, un buen
cristiano merecedor de la salvación eterna. Lo que nunca intente fue ser buen
alumno y lo digo con orgullo. Las escuelas te enseñan de todo, menos ser feliz.
Esta parte es curiosa, porque si bien mi rechazo al colegio era absoluto, nunca
pude ver en mi primer periodo escolar, a mi madre la profesora como un némesis. Por
el contrario, para mí solo era la mamá y era motivo mucho más que suficiente
para amarla.
Claro que hacia rabiar a mi madre
y qué niño no lo ha hecho. Hacia mis travesuras, tenía mis berrinches y por
sobre todo mi odio a la tarea. El resto del tiempo vivía lejos del mundo y sus
problemas, como un miembro de una familia bien constituida ante los ojos de
dios. Así que no me hacía problemas de disfrutar mi vida como hijo, hermano o
nieto. Los grandes se hacían cargo de todo y yo podía darme el lujo tener a Tom
y Jerry como religión. Siempre confíe mucho en los adultos, así que era simple
dedicarme a ser feliz y vivir como un mamón entre los brazos de mi madre. Pero por
mucho que viviese bajo las polleras de mamá, algo me hacía sentir como el
lobezno a la siga de las tetas de la loba.
Dos depredadores disimulando en el mundo de los humanos, aunque motivos
distintos. Lo mío era solo instinto, mi madre en cambio era una figura pública
y con mucho interés en el que dirán. A mí
también me importa el que dirán tanto como a ella, pero no para camuflar mi
salvajismo, más bien para camuflar mi humanidad.
Confirmé el lado salvaje de mi
madre en el comienzo de la pubertad y la bestia comenzó a mostrar los
colmillos. Tuvimos que ser dos mantis dentro de un salón de clases, separados
por 44 pares de ojos que eran presente de ese momento de nuestras vidas. Es extraño
que mi madre crea que le tenga rencor, porque estudie en un colegio distinto al
de ella y mi hermana, de todos modos odiaría cualquier colegio. En verdad le
tengo revancha al tener que llevar una esquizofrénica de vida de hijo y alumno.
Era mucho si le sumo a la idea que era un perdedor, me vi obligado a refugiarme
al 100% en la locura. ¿Un loco fingiendo más demencia aun? Claro que tuvo que
ser opción cuando tienes intereses de adultos, pero con la experiencia de un
niño mimado.
No vi como un salvaje hasta que
use por última vez uniforme de colegio y lo acepte con los brazos abiertos. Cometí
más errores que cualquiera y algunos me trajeron consecuencias que han hecho
pasar más de un mal rato a mis seres amados (por lo cual es lo único que me
hace sentir arrepentimiento). Pero he tenido momentos felices y he aprendido a
ser consciente de eso. También de los momentos amargos y los difíciles que
entretienen la vida. Salvaje endémico del cemento, puedo tener paz con solo
apoyar la cabeza en el suelo y mirar los cables de la plaza. Salvaje como la maleza
desobediente entre las veredas, me voy haciendo camino entre las calles y los
domesticados. Más allá de un bien y un mal, mucho más simple que el
cristianismo, mucho más profundo que el capital.
Salvaje por
herencia, esto no fue por aprendizaje. Me presentaron una mujer salvaje el 5 de
marzo de 1982, yo simplemente aprendía amarla y a llamarla mamá. Pero definitivamente
ella en su vientre formo a esta bestia, el ser que se niega usar corbata. Ella no
está domesticada, la gente confunde a los lobos con perros. Solo es una
sobreviviente de una generación de utópicos aplastados, se tuvo que hacer la
idea de solo mostrar los dientes sin beber sangre, no puedo cuestionar los que
buscan sobrevivir. Tampoco el refugiarse en el plan de vida perfecto, aun
cuando yo fuese parte de ese plan. Pero aun así sigue siendo salvaje, cruzando
la mitad del mundo para poner en práctica mejor que cualquiera el eterno
retorno. Esas acciones no las hacen los domesticados, los domesticados solo
hacen turismo. Salvajes ambos, el agua sigue su ciclo, la sangre se queda.