viernes, 28 de diciembre de 2012

La tutora (+18)


Relato hecho en conjunto con una de las escritoras más  desinhibida que he conocido, la colaboración de ella esta escrito en rojo. Gracias por la oportunidad Irene Alfambra.
  


Siempre he odiado las matemáticas y parece que ellas sienten lo mismo por mí, desde siempre mis padres me mandan a clases particulares con el fin de ver si puedo mejorar mis calificaciones, pero solo logro conseguir aprobar con el mínimo si, de verdad las odio. Pero es tanta la frustración de mis padres, que no se les ocurre nada mejor que cada semestre se consiguen un nuevo tutor, esperanzados que dé frutos de alguna vez y solo consiguen emporar todo, cada tutor es una nueva tortura, otro maestro frustrado o estudiante universitario sin vida, cada uno más patético que el anterior y solo me hacen todo más exasperante. Comienzo mi último año de clases antes de ir a la universidad y este año no va ser la excepción de ir a clases particulares, tampoco se pierde la costumbre que tendré una nueva tutora, así me comento mi madre antes de salir en la mañana, que no olvidara ir desde hoy para que este año no tenga problemas con los números, manera de arruinarme el día.

Caminaba con tranquilidad ya que no tenía apuro en llegar, aparte la dirección de la nueva tutora quedaba cerca de donde estudio. En mi paseo me imaginaba a la nueva tutora, como una profesora jubilada con Parkinson o una chica muy gorda, llena de granos  y con el tiempo libre necesario para hacer clases a un caso perdido como yo. En eso meditaba cuando di con la dirección, toque el timbre con la incertidumbre que clase de tortura saldría de la puerta, pero en eso salió una joven bastante poco arreglada, si tuviese que definirlo más bien diría muy al natural. El pelo enmarañado tomado todo en un moño, unas gafas grandes bastante gruesas, usaba una camiseta algo ancha que parecía prestada de algún hermano o primo, una falda de mezclilla bastante desteñida y completamente descalza. Al verla bien, dándome cuenta que era un poco más baja que yo y bastante menudita, pensé que de ser mayor no lo seria por mucho, así que me presente y pregunte por el nombre de mi tutora pensando que podría ser la madre de la joven, fue una sorpresa gigante al decirme que era ella.

No lo podía creer, mis tutores siempre fueron bastantes serios y formales, no creo que mis padres la hubiesen visto. Pero de cierta forma me agrada más que fuera ella así que como el resto de los tutores. Me hace pasar a la casa, me pide sentarme en la alfombra de la sala y así usar la mesa de centro como pupitre. Por mi parte me agrada la idea de tener clases más relajadas y por otro lado, mirando detenidamente a la desaliñada tutora, no era para nada fea. Pero en un momento el relajo termino, entre miradas y miradas a mi tutora, me doy cuenta que no estaba con sujetador, logrando que en más de una ocasión a través de la camiseta que usaba, se marcaran sus pezones. Esto logro distraerme del todo en las ecuaciones que desarrollaba, ¿quién podía pensar en sumas y restas cuando lo que más quería era chupar ese par de tetas? En una todo nervioso y excitado por la situación se me cae el lápiz bajo la mesa, mi excitación aumento al mil, cuando al inclinarme al buscar el dichoso lápiz, me fijo que tampoco llevaba puestas las bragas. Ya no solo pensaba en las tetas redondas, firmes y de pezones erectos que quería lamer, ya quería penetrar ese tajo rosado, húmedo y tapado solo por un poco de bellos. Pedí con todo el disimulo posible ir al baño hacer mis necesidades, pero fui con el firme propósito de masturbarme y poder continuar con la maldita clase.

La pedagogía no tiene secretos para mí. Todo consiste en dar al alumno una motivación para el estudio. Mi método es sencillo, pero la forma en la que lo realizo no es muy ortodoxa y no saldrá en ningún manual universitario. Y esta vez lo iba a volver a aplicar.

Me quité las gafas y me solté el pelo, además de un botón de la blusa y esperé que mi alumno saliera del baño.

Cuando salió le dije que ahora que se había masturbado y que estaba más tranquilo, íbamos a empezar la clase. Se ruborizó al sentirse descubierto y masculló algo que no entendí. Le expliqué mi método en palabras bien claras: si al finalizar un tema lograba realizar los ejercicios correctamente iba a recibir un buen premio. Y el primer premio iba a ser que me desnudara y que me podría tocar mis tetas. Así de simple.

Acabamos el primer tema y, efectivamente, resolvió los ejercicios a la primera. Y yo tuve que cumplir mi promesa. Me desnudé completamente y dejé que tocara mis senos. Durante 5 minutos. Y eso hizo. Mientras me desabrochaba la blusa me iba sintiendo como una puta, pues al fin y al cabo estaba utilizando mi cuerpo para mis propósitos, pero esa situación me calentaba más que otra cosa. Desnuda por completo, mi alumno, con algo de vergüenza acercó sus manos a mis pechos. Le dije que aprovechara, que era su pago por su trabajo. Y empezó a acariciarme los pezones. Debía contenerme, mi excitación era brutal, pero él no debía de notarlo, era simplemente un intercambio.

Primero me acarició de frente y posteriormente se puso detrás de mí y me cogió las tetas desde atrás, acercando su polla a mi culo. Le dije que eso no entraba en el contrato, a pesar de que era delicioso notar esa verga enorme en mi culo, y él lo aceptó. Pasaron los 5 minutos y tuvimos que dejarlo. Yo estaba completamente mojada y él con una tremenda erección, pero las normas son las normas y teníamos que pasar al segundo tema, esperando ambos la correcta cumplimentación de los ejercicios.

Ya no puedo decir que odio las matemáticas, no significa que las ame, pero ya no me producen esa repulsión que antes tenía. No sé si el método utilizado por mi tutora fuera el que diera resultados o el simple hecho de poner empeño para justificar las clases, pero mis notas mejoraron bastantes y mis padres están bastante satisfechos. Intento disimular las ansias de que llegue una nueva clase e intento imaginar con que nuevo premio me esperará mi tutora. Incluso espero cada examen de matemática ya que aumentan las clases extras y si logro buenos resultados el premio también es mucho mayor.

Mi madre no entiende que me pasa, pero cree que es un milagro mi cambio de conducta. Mi padre en cambio algo sospecha, pero mientras los resultados son positivos no le da más vueltas al asunto. Solo una vez pregunte en donde encontraron mi tutora, mi madre solo se limitó a decirme que era la hija de una colega que necesitaba pagarse los estudios y que al principio no le tenía mucha fe, pero estaba sorprendida con los resultados. Era obvio que mi madre no sabía nada de las caricias de tetas, lamidas, mamadas y que a punta de eyaculaciones subía mi promedio.

Aún tengo el recuerdo de la primera clase y la sensación de la suavidad de su piel en mis manos. Aun me queda el recuerdo del primer examen aprobado con excelente nota y el premio de sentir todos sus encantos en una follada que duro toda la clase. Siempre tendré el recuerdo de quien no solo fuera mi tutora, sino más bien de mi amante y maestra.



3 comentarios:

  1. wow en verdd estaaa reee buenaa este blog

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  2. Está bueno el cuento :) La narrativa de Irene un poco más depurada. Pero lindo. Consiguieron un calor tremendo entre mis piernas, también cerca de mi culo y básicamente esa es su función, así que cumplió.

    Me voy al baño

    P.d: en la frase " pero solo logro conseguir aprobar con el mínimo, si de verdad las odio" hay algo mal. Después del sí, debería ir una coma para que tuviera sentido, algo así: "pero solo logro conseguir aprobar con el mínimo. Si, de verdad las odio."

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    1. Sabía que algo había mal en esa frase, pero no hay problema, se corrige.

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