Me pase un mes inconscientemente
esperando que de alguna otra forma, que mi tío volviera y todo tuviese esa
normalidad pasada. Me quedaba dormido en un sillón sentado y con una lata de
cerveza que siempre quedaba a medio tomar. A veces venia mi abuela y de forma
de terapia aseaba el departamento en silencio, solo saluda y se despedía. Mi
madre me preguntaba si estaba bien solo, si quería volver. Pero yo me mantenía ahí
esperando a que llegara, a que todo fuera como antes, a tener una razón para
levantar la raja y hace algo medianamente útil. Pero el tiempo cura todo, penas
de amor, rencillas, incluso delitos quedan prescritos. El tiempo a través de la
resignación, más que del olvido, tiene ese poder sanador. Fue cosa de tiempo y
resignación a dejar de esperar. Pero la normalidad nunca llego, por más
resignación y dejar de esperar, nada fue normal. Más bien las cosas se pusieron
buenas y hermosamente caóticas.
Una vez resignado en el
departamento vi mucha droga, tanto en cantidad como variedad. Hubo cocaína,
chicota, mangazos, anfetas, LSD, peyote, floripondio, tonas y por supuesto que
marihuana (sin mencionar el tabaco, alcohol y café que la gente también olvida
que son drogas). Recuerdo una vez llego un angustiado de mierda con un pedazo
de cañería y pasta base en su interior. Por alguna razón siempre tuve un
rechazo algo clasista de mi parte, pero rechazo al fin y al cabo en relación con
la pasta base. Recuerdo como esa vez, con
martillo en mano como argumento, eche cagando al pastero. Alguien se quejó
abiertamente y justificadamente, de hipocresía por mi parte. Solo pude
argumentar que un pastero no ve ni amigos, ni buena onda, ni nada en su espiral
de consumo. Solo cometí el error de desconfiar nada más que de los pasteros, porque
hasta un hippie todo buena onda te caga. Siendo optimista en las traiciones
descubres la verdadera amistad, de esa que ya he hablado.
Me gane el odio de los
vecinos, la preocupación hincha hueas de mis padres y la fama de caso perdido. Fue
cosa de tiempo, pero convertí mi vida en tema de conventilleo. Entre dedos que
acusaban y la supuesta empatía de creer entenderme. Yo solo sacaba provecho a
mi inexperiencia y ganas de pasarlo bien sin medir consecuencias. De arrepentirme
solo un par de cosas que no aproveche en su momento y cierta persona importante
en mi vida que se marchó, porque no supe parar a tiempo. Pero el resto en su
gran mayoría son recuerdos con una sonrisa de malicia o experiencias que te
enseñan a no caer tan fácil como antes.
Ya no hay tanta variedad de drogas
eso sí, por lo menos no como antes. Más que nada se mantiene el humo pasoso de
la yerba en todas sus versiones. De esa tan toxica y café proveniente de
Paraguay. El cogollo ultra resinoso, de calidad insuperable y de efecto
comprobado. Incluso las inofensivas hojas, que uno termina quemando y
agradeciendo cuando ya no queda más que fumar. Sea indica o sativa, de la buena
o la misma mierda de siempre. La marihuana fue y seguirá siendo, una de las
cosas sobrevivientes de tiempos alocados y duros. Es más aun, ahora sería producida
en la comodidad del closet elegido. Bajo la vigilancia de los alógenos y a la mano de un trio de consumidores entusiasmados
con el proyecto. Era tan bueno como poder hacer incluso tu propia cerveza, pero
la vida no puede ser tan perfecta.
-Salva, hermano-
le decía a Salvatore con un toque de alegría -, es hora de poner fecha pa
comprar las hueas y no quedarnos solo con la idea hueón ¿el culiao del Feña te
dijo si ya tiene la plata?
-Ese es el
problema hueón. El Feña no ha dado respuesta a ni una huea y parece que se
corretea solo.
-Por la
conchetumare- ya estaba perdiendo la paciencia -¿Por qué chucha tiene que cagar
los planes ese saco huea?- Pensaba en dos semanas de trabajo duro y la lata de
aguantar una ebria fueron en vano.
Pero Feña era así, volátil como
los mismos porros que fumaba. No lo hacía de malo, ni de chato o desleal. A veces
pensaba que solo era ahueonamiento o tanta mierda consumida lo dejo sin
neuronas. Pero estaba la posibilidad de que Salvatore estuviese exagerando, cruzaba
los dedos porque fuese así.
-De no
tener la parte de Feña ¿tendríamos que suplir su parte con 90 lucas cada uno?-
preguntaba algo resignado.
-Es obvio
hueón.
-Ok, ya no
sé de donde chucha sacar más plata. Por lo menos no a corto plazo.
No quería trabajar doble turno
de nuevo, no quería que mi supervisora creyera que de verdad me convertía en
empleado modelo, simplemente no quería nada de eso sin antes pedirle
explicaciones a Feña. Pero estaba igual que hace tres semanas atrás o por lo
menos con esa sensación de que todo está cuesta arriba. Maldecir la suerte es
poco y querer azotar al Feña no era nada. Pero tenía que hablar con él, no
podía sentir que todo se fuera a la cresta sin hablar con él.
Feña siempre tuvo una virtud,
es algo que tengo que decir a su favor. Cuando parece que cagarla más es
imposible, algo hace para poner todo a su favor. Por ejemplo una vez le dijimos
que no trajera a nadie más al departamento, que los que estábamos eran los
precisos y que más gente solo significaba entorpecer todo. Insistía en que
llegaría con 4 persona más, a pesar de nuestros razonables argumentos y los
insultos que pudiésemos hacer. Pero esas 4 personas extras eran minas, todas
más que apetecibles y por lo menos 2 de ellas más que ricas. Tenía ese don de
hacer sus cagadas en aciertos, en tener que pedirles disculpas siempre al
último momento. Esperaba que pasara de nuevo, solo me quedaba comprobar hablando
directamente con él.
“Feña weon, cuando puedas ven
pal depto o responde los mensajes. Con Salva ya tenemos nuestra parte y
esperamos que no seai maricón. Puede que pase pa tu jato hoy de todas maneras.”
Escribí eso en su muro de Facebook
y solo esperar un poco por si se pronunciaba. Sabía que no era garantía de nada,
pero solo era desesperación ante de resignarme a conseguir más dinero. De todas
maneras no era mucho lo que podía hacer, aparte de prender cigarros pa la
angustia del momento, solo tener que espera y aceptar lo que pasara.
“Oye culiao contesta el teléfono
por lo menos”
Salvatore comentaba mi
publicación y él ya la paciencia la había perdido. El problema ya se hacía
doble, porque este par ya estaba a punto de enemistarse por milésima vez. El asunto
es que siempre me veía en medio de sus discusiones hueonas y latosas. Uno acusaba
al otro de materialista y de siempre querer ganar. El otro le enumeraba
argumentos, para terminar simplemente de tratarlo como ahueonao. Yo todo
aburrido escuchando una y otra vez un dialogo que parecía aprendido de memoria.
Solo recordar que se me venía esa discusión nuevamente, me producía doble
sentimiento amargo. De ser así preferiría tomar solo y olvidar todo, incluso
indoor. Pero cuando mi pesimismo llegaba a su momento cumbre, pude ver la luz
al final del túnel. Una notificación de Facebook me daba un respiro e incluso
una buena espina.
“Cabros llego en una hora más
menos con una buena noticia, dejen de dar jugo los weones.”
El problema con Feña es que
poco confiable si dice que algo es bueno, tiene un sentido de lo bueno lo más
variado que se puede. Solo prender más cigarros para esperarlo con sus buenas
noticias y salir de todas las dudas. Pero por lo menos dio una señal de vida,
incluso cuando queríamos matarlo.
Salvatore calculó por lo bajo
que necesitaríamos 180 lucas para hacer un buen indoor básico, por lo menos
para empezar y con el tiempo mejorarlo. Razonable y todos estuvimos de acuerdo.
Trabaje como burro dos semanas para conseguir mi parte, sorprendente, pero no
tan admirable al final de cuentas. Pero nunca esperamos que el don del Feña,
fuera la mayor sorpresa de todas. Consiguió de segunda mano: Germinadores, temporizador,
filtros, maceteros, alógenos, ventilador e incluso extractor. Todo eso por la módica
suma de 120 lucas, una verdadera ganga con todas sus putas letras. Nuevamente
con Salvatore nos comíamos nuestros insultos.
El milagro fue el siguiente. Feña
se entera que un conocido suyo que vive con los padres y que tenía el indoor
escondido, fue descubierto. Que el supuesto armario que armó como cubierta, no contenía
lo que les dijo a sus padres en un principio. La vieja que se entera del gusto
por la botánica de su hijo, tanto por la eterna curiosidad femenina y la
torpeza de que ese día dejo el armario sin candado. Fue cosa de minutos en que
todo termino con una amenaza de llamar a los ratis, amenaza que sería real si
no se desase del indoor entero. Un tipo desesperado sumado a la necesidad de
recuperar algo de la plata invertida, da como resultado un buen precio para
tres afortunados.
¿Final feliz hijos de puta? Pues
solo en parte. El cómo invertir las 60 lucas restante fue otra discusión hueona,
aburrida e incluso innecesaria. Fue un largo dialogo, solo por ver quien tenía
más la razón mientras nos dirigíamos por nuestro indoor. No les miento que me sentía
a pesar de estar al medio de ese par de hueones, una alegría especial. Más que
por el indoor en sí, sentía alegría por mis amigos y hacer cosas con ellos. Eran
un par de orgullos al discutir siempre, a veces idiotas, a veces desesperantes.
Pero junto con la marihuana, fueron ellos también sobrevivientes de tiempos más
alocados. Con o sin yerba, con o sin copete, somos así. No miento en decir que
también es así como nos gusta ser. La resignación de que no va a volver mi tío
Evaristo aún sigue, pero con amigos, no era tan malo.