viernes, 27 de diciembre de 2013

INDOOR: Capítulo 1, “La mano hueón es un indoor”

No sé cómo empezar, puede que el principio sea tan lejano como la mismísima inocencia. Pero siento que tengo que darme la lata de recordar la primera fumada y por ende el primer viaje. Si mal no recuerdo, fue una convivencia del curso después del colegio. Una de esas completadas para juntar fondos, que nunca supe qué mierda se hizo con ese dinero, pero la ocasión sirvió para ponernos un poco locos. Ya saben, compramos cerveza, cigarros sueltos y una mina repitente se la jugó llevando un porro.  No recuerdo como se llamaba la mina del porro y de hecho me caía como el culo, porque tenía esa mala costumbre de tratarnos como cabros chicos. Pero esa vez no dio un voto de confianza, una prueba para nuestras inexpertas bocas que solo sabían beber y vomitar. Al principio no me entusiasmaba tanto, prefería la cerveza o el ron “Silver” o simplemente no tener que relacionarme con la mina del porro. Pero ahí estaba toda dispuesta la Javi,  siempre tan linda como la recuerdo. Su cabeza llena de trenzas, una polerita diminuta con el “Gato Felix”, el pantalón a la cadera dejando ver de vez en cuando un ombligo perfecto y esa forma con la que me miraba y yo solo sonreía. Así que como el perro siguiendo la leva, me sume para fumar el primer porro de mi vida. Lo que paso después queda en la antología de anécdotas del curso, no sé qué compañero vomito en el sofá o que una compañera se meo los pantalones porque no alcanzo entrar al baño. Pero yo estuve a punto, lo más cerca que estuve en toda mi fase escolar, de atinar con la Javi. Según mis compañeros, solo estaba sentado al lado de ella mirando el techo. Pero rosaba su mano, sentía el olor de su colonia de guagua y podía hablar con ella sin que me sintiera cohibido. Sé que ahora me parece esa situación infantil y sin importancia. Pero para ser mi primera volada fue la raja, lo mismo pasó con la segunda, la tercera y así cada vez que enrollo algo y le prendo fuego. Sería injusto del todo culpar a la mina repitente o a la Javi de mi gusto por la ganja. En verdad no tengo porque culpar a nadie, ni tampoco agradecer. Pero la marihuana va con mi personalidad sensible y egoísta. Era cosa de tiempo probarla y que me quedara gustando. De hecho ni la marihuana tiene la culpa de que mi vida sea un envidiable desastre a los ojos del mundo.

Mucha gente que me conoce por casualidades de la vida, no saben si admirarme o solo sentir lastima de algo.  Algo no normal me pasa desde mucho antes, incluso antes de la maldita pubertad. Algunos me dicen loco, otros de inmaduro o simplemente un caso perdido. Pero no soy normal y tengo plena consciencia de ello. Ahora bien, asumamos que la locura sea esta supuesta anormalidad, tengo que asumir que muchas de las cosas que me pasan son mi propia elecciones y consecuencias. Suerte, justicia o simplemente casualidad ¿qué importa? Solo me limitó a vivir mi vida como me da la gana y mal del todo no lo pasó.

El asunto es que tuve un tío al que encontraba genial, como uno siempre encuentra genial al tío que no se casa ni tiene hijos. Como no tenía que comprar pañales, ni mantener familia, podía darse libertades. A mis padres esas libertades les eran algo escandalosas, aunque también sentía que era un poco de envidia por parte de ellos. Pero para un pendejo como yo, entre rebelde e irresponsable, mi tío Evaristo era el familiar y adulto más cool de todos. Mujeriego empedernido, bebía como cosaco y un cigarro con la ceniza a medio caer de su boca. Siempre hacia chistes de doble sentido o salía con un comentario que atoraba a todo el mundo en un almuerzo familiar. Tío Evaristo era con quien sentías confianza para hablar de mujeres o sexo ¿por qué con él y no con tus padres? Simple, el no juzgaba, solo se reía. <<Sobrino, cuando deje de andar por hueón por la vida, en mi departamento las puestas están abiertas. Pero eso sí, trae amigas po cabro culiao>>. Espere hasta los 18 para cumplir con ese ofrecimiento, antes mis viejos me mandarían a la cresta. Pero con la mayoría de edad, ni mis padres me tratarían de cabro chico, ni mi tío Evaristo de hueón.

Recuerdo que el acuerdo fue el siguiente, me tomaría un año sabático viviendo con mi tío con el compromiso que me prepararía para entrar a la universidad.  Si bien mi tío era todo lo genial, cool, bakan, chévere, pulento, buena onda y relajado. Extrañaba las pequeñas cosas de vivir con tus padres, por ejemplo encontrar comida en el refrigerador, por ejemplo tener siempre ropa limpia, etc. Por otro lado, cuando vives con una persona, sea quien sea, incluso la estrella de rock más virtuosa o la actriz porno con la actitud más maraca, tienes que aprender a convivir con defectos. Mi tío no fue la excepción, aunque lo vi con optimismo con el tiempo, murió el ídolo pero nació el ser humano. Aprendí a quererlo y conocerlo más que admirarlo. Pasaba por algunas crisis que me producían empatía y a veces tenia actitudes que me sacaban de quicio. No hay día en que no lo recuerde y me sienta un poco melancólico. Sin querer me quede en su departamento perpetuando su legado, con mis propias crisis y actitudes desesperantes.

Por ahora solo me limito a no aburrirme, prendo un caño para escuchar música o ver una película gringa y estúpida. Me junto con menos gente mientras pasa el tiempo y ya aprendí, no sin antes mandarme cagadas, a reconocer a los amigos. Salvatore, por ejemplo, es amigo. Es de esos hueones correctos y con la impresión de que nunca serán pobres. Bebe lo justo, pero se vuela como si el mañana no existiera. El típico argumento que la marihuana es sana y otras pajas que a mí me valen verga. Igual si la ocasión lo amerita fuma prensado o toma terremotos hasta que queda hecho pico. Pero aun así, no pierde su discurso moralista y lleno de pulcritud. Nada raro en él, exceptuando el hecho que es amigo mío. Siempre he tenido la sensación que algo en mi lo divierte, de todas maneras le tengo cariño.

Otro amigo es Fernando o Feña, y este de verdad parece de los míos. Si por un lado Salvatore pone los límites y las precauciones. Feña por su parte es quien propone los excesos y las ideas más descabelladas. No puedo ser injusto y culparlo de mala junta. Yo también soy de esas personas que nadie quiere como amigo para sus hijos o como posible pareja para su hija. Pero con Feña somos capaces de hacer algo digno de “Jackass” y de hecho lo hacemos. Lo bueno de Feña es que es leal, a su modo, pero leal. Es el único idiota que estaría de mi parte, incluso me incentivaría a destruir el mundo si me lo propongo. En resumen son con Salvatore y el Feña con quienes más comparto. Tengo más amigos a los cuales aprecio y les tengo cariño. Pero son más bien ocasionales y esporádicos. Sobre todo tomando en cuenta que todos están haciendo su vida de la forma normal en el mundo de los adultos. Conviviendo con esposas e hijos que vienen al mundo para seguir el tonto siclo de la vida humana. Se drogan y beben como uno. Pero cada vez menos y con las pilas más gastadas. Aburren con sus temas de pañales y trabajo. Publican todas sus fotos de vacaciones, para quejarse todo el año de la rutina. Por suerte tengo aun a Salvatore y Feña. Pero es cosa de tiempo que se hagan viejos y yo deje de ser interesantes en sus vidas.

Un día estaba con ese par de hueones, fumando yerba en el departamento y cagándonos de la risa. Hablábamos puras hueas a esas alturas y planificábamos un negocio. Mi idea siempre era asaltar un banco, lo divertido es que nunca ellos sospechaban si lo digo hueando o en serio. Feña eternamente con la idea de mierda de una productora, nada nuevo. Y en eso Salvatore sorprendió con una idea que no esperaba del.
-Hueón la mano es un indoor- poniéndose serio y hablando con seguridad –conozco un loco que lo hace así. De esa manera planta de tres, una para el consumo personal y de los amigos, las otras dos a cada una por lo bajo le saca 150 lucas. Hueón- refiriéndose a mí –vives hace caleta de rato solo el departamento de tu tío, tenís la mano para hacer el indoor.

Solo basto ese comentario para darle rienda suelta a nuestras fantasías canabicas, buscando el mejor cuarto donde hacer la instalación, que semillas cultivar y como disfrutar de tanta marihuana a la mano. Las ventajas de no tener que comprar y sumarle la posibilidad de agregar utilidades. Solo el buscar algo para el bajón nos desvió el tema y quedara todo como un efímero proyecto. Pero si algo tiene Salvatore es que cuando algo se le mete en la cabeza y le da con algo. No para hasta que nos veamos todos de cabeza, haciendo de sus ideas una realidad. Al otro día me lleno el correo del Facebook con información y presupuestos. Podía mandarlo a la chucha como siempre lo hago, pero la idea no era mala. En ese momento no me pareció mala. El problema no era que rayaba en la ilegalidad, de hecho eso siempre con Feña nos importaba un pico. El problema es el costo de la inversión y una cantidad de plata que es considerable. Cada alógeno, fertilizante e incluso las semillas de crecimiento rápido. Todo eso me parecía caro y algunas cosas innecesarias. Siempre vi a mi mamá que solo gastaba agua en sus chifleras y mala madres. No sé qué tanto podía costar mantener una planta, pero me parecía mucho de buena a primeras. <<Tendría que pedir prestado>>. Fue lo único que atine a decir, no tenía de donde mierda sacar 60 lucas mínimo que pedía Salvatore cada uno por cabeza. Feña tampoco tenía esa cantidad y estaba seguro de eso. Ya no era tan la mano un indoor, no sin antes asaltar un banco. Pensaba sin optimismo ninguno.

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