El viejo era bueno y ya me tenía ubicado. Tuve la suerte
de conocerlo pidiendo agua y con una caña de mierda. De esas que te dejan sin
hambre y sintiéndome como el pico. El solo sonreía y me decía: Lo pasó bien
anoche joven. Yo solo atinaba sonreír, hacerme el weon de un principio, sabía
que el viejo sería cómplice pasajero. El viejo comentaba el clima en algunas ocasiones,
en otras sobre cierta teleserie que no veo, pero era fijo que hablábamos de la
selección y de futbol. El viejo me era simpático, típico viejo tela y buenos para
las cañas de vino tinto. Les juro que nunca supe su nombre, nunca le pregunte
como se llamaba y tampoco él nunca me dijo. Solo escuchaba, fingía por simpatía
encontrarle la razón, atinaba agradecer el agua y saludarlo cada vez que lo
veía con un: Buenas tardes.
Un día que me tenía que juntar con mi mina y para variar
estaba atrasado. Celular descargado, no usas reloj y no sabes qué hora es por
la poción del sol, solo sabes que es tarde. Pero el viejo me salvo al verlo y
pedirle la hora. Solo que la cago al sacar el reloj de su bolsillo, también
saco un calendario de Pinochet.
Lo que opino de Pinochet y de sus seguidores fanáticos no
es bueno. En verdad el pinochetismo me causa rechazo, hacer burlas y tratar a weones
como imbéciles en muchas ocasiones. Pero el calendario del viejo me dejo mudo,
me fue decepcionante y odiaba al destino porque fuera facho. Seguí fingiendo, simpatía
más que nada, pero no fue igual que antes. Asumo que aún me paso a Pinocho por
la callampa con todas sus letras, pero sentir que el viejo que siempre tan
amable me dio agua no era bueno, fue imbécil de mi parte.
Ahora hay otro viejo, que tampoco sé cómo se llama. Pero
este ni siquiera saluda y solo le pido agua cuando está regando. No sé si es
facho o concerta, ni chicha ni limonada. Pero quiero al viejo bueno, el mismo que
siempre me sonría. Incluso entando ebrio o con ojos rojos de tanto porro. El
que más me acepto, incluso sintiendo él, que mi vida era una mierda.
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