lunes, 30 de diciembre de 2013

INDOOR: Capítulo 3, “Si somos así, no es por culpa de las drogas”

Me pase un mes inconscientemente esperando que de alguna otra forma, que mi tío volviera y todo tuviese esa normalidad pasada. Me quedaba dormido en un sillón sentado y con una lata de cerveza que siempre quedaba a medio tomar. A veces venia mi abuela y de forma de terapia aseaba el departamento en silencio, solo saluda y se despedía. Mi madre me preguntaba si estaba bien solo, si quería volver. Pero yo me mantenía ahí esperando a que llegara, a que todo fuera como antes, a tener una razón para levantar la raja y hace algo medianamente útil. Pero el tiempo cura todo, penas de amor, rencillas, incluso delitos quedan prescritos. El tiempo a través de la resignación, más que del olvido, tiene ese poder sanador. Fue cosa de tiempo y resignación a dejar de esperar. Pero la normalidad nunca llego, por más resignación y dejar de esperar, nada fue normal. Más bien las cosas se pusieron buenas y hermosamente caóticas.

Una vez resignado en el departamento vi mucha droga, tanto en cantidad como variedad. Hubo cocaína, chicota, mangazos, anfetas, LSD, peyote, floripondio, tonas y por supuesto que marihuana (sin mencionar el tabaco, alcohol y café que la gente también olvida que son drogas). Recuerdo una vez llego un angustiado de mierda con un pedazo de cañería y pasta base en su interior. Por alguna razón siempre tuve un rechazo algo clasista de mi parte, pero rechazo al fin y al cabo en relación con la pasta base. Recuerdo  como esa vez, con martillo en mano como argumento, eche cagando al pastero. Alguien se quejó abiertamente y justificadamente, de hipocresía por mi parte. Solo pude argumentar que un pastero no ve ni amigos, ni buena onda, ni nada en su espiral de consumo. Solo cometí el error de desconfiar nada más que de los pasteros, porque hasta un hippie todo buena onda te caga. Siendo optimista en las traiciones descubres la verdadera amistad, de esa que ya he hablado.

Me gane el odio de los vecinos, la preocupación hincha hueas de mis padres y la fama de caso perdido. Fue cosa de tiempo, pero convertí mi vida en tema de conventilleo. Entre dedos que acusaban y la supuesta empatía de creer entenderme. Yo solo sacaba provecho a mi inexperiencia y ganas de pasarlo bien sin medir consecuencias. De arrepentirme solo un par de cosas que no aproveche en su momento y cierta persona importante en mi vida que se marchó, porque no supe parar a tiempo. Pero el resto en su gran mayoría son recuerdos con una sonrisa de malicia o experiencias que te enseñan a no caer tan fácil como antes.

Ya no hay tanta variedad de drogas eso sí, por lo menos no como antes. Más que nada se mantiene el humo pasoso de la yerba en todas sus versiones. De esa tan toxica y café proveniente de Paraguay. El cogollo ultra resinoso, de calidad insuperable y de efecto comprobado. Incluso las inofensivas hojas, que uno termina quemando y agradeciendo cuando ya no queda más que fumar. Sea indica o sativa, de la buena o la misma mierda de siempre. La marihuana fue y seguirá siendo, una de las cosas sobrevivientes de tiempos alocados y duros. Es más aun, ahora sería producida en la comodidad del closet elegido. Bajo la vigilancia de los alógenos y  a la mano de un trio de consumidores entusiasmados con el proyecto. Era tan bueno como poder hacer incluso tu propia cerveza, pero la vida no puede ser tan perfecta.

-Salva, hermano- le decía a Salvatore con un toque de alegría -, es hora de poner fecha pa comprar las hueas y no quedarnos solo con la idea hueón ¿el culiao del Feña te dijo si ya tiene la plata?
-Ese es el problema hueón. El Feña no ha dado respuesta a ni una huea y parece que se corretea solo.
-Por la conchetumare- ya estaba perdiendo la paciencia -¿Por qué chucha tiene que cagar los planes ese saco huea?- Pensaba en dos semanas de trabajo duro y la lata de aguantar una ebria fueron en vano.

Pero Feña era así, volátil como los mismos porros que fumaba. No lo hacía de malo, ni de chato o desleal. A veces pensaba que solo era ahueonamiento o tanta mierda consumida lo dejo sin neuronas. Pero estaba la posibilidad de que Salvatore estuviese exagerando, cruzaba los dedos porque fuese así.

-De no tener la parte de Feña ¿tendríamos que suplir su parte con 90 lucas cada uno?- preguntaba algo resignado.
-Es obvio hueón.
-Ok, ya no sé de donde chucha sacar más plata. Por lo menos no a corto plazo.

No quería trabajar doble turno de nuevo, no quería que mi supervisora creyera que de verdad me convertía en empleado modelo, simplemente no quería nada de eso sin antes pedirle explicaciones a Feña. Pero estaba igual que hace tres semanas atrás o por lo menos con esa sensación de que todo está cuesta arriba. Maldecir la suerte es poco y querer azotar al Feña no era nada. Pero tenía que hablar con él, no podía sentir que todo se fuera a la cresta sin hablar con él.

Feña siempre tuvo una virtud, es algo que tengo que decir a su favor. Cuando parece que cagarla más es imposible, algo hace para poner todo a su favor. Por ejemplo una vez le dijimos que no trajera a nadie más al departamento, que los que estábamos eran los precisos y que más gente solo significaba entorpecer todo. Insistía en que llegaría con 4 persona más, a pesar de nuestros razonables argumentos y los insultos que pudiésemos hacer. Pero esas 4 personas extras eran minas, todas más que apetecibles y por lo menos 2 de ellas más que ricas. Tenía ese don de hacer sus cagadas en aciertos, en tener que pedirles disculpas siempre al último momento. Esperaba que pasara de nuevo, solo me quedaba comprobar hablando directamente con él.

“Feña weon, cuando puedas ven pal depto o responde los mensajes. Con Salva ya tenemos nuestra parte y esperamos que no seai maricón. Puede que pase pa tu jato hoy de todas maneras.”

Escribí eso en su muro de Facebook y solo esperar un poco por si se pronunciaba. Sabía que no era garantía de nada, pero solo era desesperación ante de resignarme a conseguir más dinero. De todas maneras no era mucho lo que podía hacer, aparte de prender cigarros pa la angustia del momento, solo tener que espera y aceptar lo que pasara.

“Oye culiao contesta el teléfono por lo menos”

Salvatore comentaba mi publicación y él ya la paciencia la había perdido. El problema ya se hacía doble, porque este par ya estaba a punto de enemistarse por milésima vez. El asunto es que siempre me veía en medio de sus discusiones hueonas y latosas. Uno acusaba al otro de materialista y de siempre querer ganar. El otro le enumeraba argumentos, para terminar simplemente de tratarlo como ahueonao. Yo todo aburrido escuchando una y otra vez un dialogo que parecía aprendido de memoria. Solo recordar que se me venía esa discusión nuevamente, me producía doble sentimiento amargo. De ser así preferiría tomar solo y olvidar todo, incluso indoor. Pero cuando mi pesimismo llegaba a su momento cumbre, pude ver la luz al final del túnel. Una notificación de Facebook me daba un respiro e incluso una buena espina.

“Cabros llego en una hora más menos con una buena noticia, dejen de dar jugo los weones.”

El problema con Feña es que poco confiable si dice que algo es bueno, tiene un sentido de lo bueno lo más variado que se puede. Solo prender más cigarros para esperarlo con sus buenas noticias y salir de todas las dudas. Pero por lo menos dio una señal de vida, incluso cuando queríamos matarlo.

Salvatore calculó por lo bajo que necesitaríamos 180 lucas para hacer un buen indoor básico, por lo menos para empezar y con el tiempo mejorarlo. Razonable y todos estuvimos de acuerdo. Trabaje como burro dos semanas para conseguir mi parte, sorprendente, pero no tan admirable al final de cuentas. Pero nunca esperamos que el don del Feña, fuera la mayor sorpresa de todas. Consiguió de segunda mano: Germinadores, temporizador, filtros, maceteros, alógenos, ventilador e incluso extractor. Todo eso por la módica suma de 120 lucas, una verdadera ganga con todas sus putas letras. Nuevamente con Salvatore nos comíamos nuestros insultos.

El milagro fue el siguiente. Feña se entera que un conocido suyo que vive con los padres y que tenía el indoor escondido, fue descubierto. Que el supuesto armario que armó como cubierta, no contenía lo que les dijo a sus padres en un principio. La vieja que se entera del gusto por la botánica de su hijo, tanto por la eterna curiosidad femenina y la torpeza de que ese día dejo el armario sin candado. Fue cosa de minutos en que todo termino con una amenaza de llamar a los ratis, amenaza que sería real si no se desase del indoor entero. Un tipo desesperado sumado a la necesidad de recuperar algo de la plata invertida, da como resultado un buen precio para tres afortunados.


¿Final feliz hijos de puta? Pues solo en parte. El cómo invertir las 60 lucas restante fue otra discusión hueona, aburrida e incluso innecesaria. Fue un largo dialogo, solo por ver quien tenía más la razón mientras nos dirigíamos por nuestro indoor. No les miento que me sentía a pesar de estar al medio de ese par de hueones, una alegría especial. Más que por el indoor en sí, sentía alegría por mis amigos y hacer cosas con ellos. Eran un par de orgullos al discutir siempre, a veces idiotas, a veces desesperantes. Pero junto con la marihuana, fueron ellos también sobrevivientes de tiempos más alocados. Con o sin yerba, con o sin copete, somos así. No miento en decir que también es así como nos gusta ser. La resignación de que no va a volver mi tío Evaristo aún sigue, pero con amigos, no era tan malo.

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