viernes, 27 de diciembre de 2013

INDOOR: Capítulo 2, “Nada personal, son solo negocios”


Sin plata no haces más que respirar y disfrutar del sol. Pero todo significa dinero y tener que conseguirlo. Algunos trabajan, otros piden y algunos roban. Pero el dinero es el sinónimo del maquiavelismo puro, un fin sin importar los medios. Con ese pensamiento, un vago como yo pensaba en donde sacar 60 lucas. ¿De pedir prestado a quien y si es trabajando en dónde? La idea de asaltar del banco fue desechada, ya que conseguir armas y un vehículo era mucho más costoso que 60 lucas. En verdad la idea de robar en sí era desechada, porque simplemente no me daba el cuero. No veía por donde reunir esa suma, por el momento me era imposible. Me veía obligado a trabajar doble turno y odiaba tener que hacerlo.

Nunca me vi presionado por trabajar tiempo completo y desde que descubrí que no me era necesario, nunca lo volví hacer. Con un trabajo part time aprendí a sobrevivir de lo más bien y solo necesitas ahorrar en pequeñas cosas. Si no tienes hijos puedes mantener así y no vivir estresado por pasar mucho tiempo en la pega y mantener una familia. Aparte, si firmas contrato, incluso puedes tener un seguro de cesantía que te permite cómodamente tirarte las bolas por un par de meses. Mi tío Evaristo me lo decía, mientras yo llegaba con las manos quemadas después de estar friendo en un local de comida rápida. <<La gracia del dinero no es tener mucho, es saber cómo administrar lo que tienes>>. Por ende el mínimo esfuerzo era mi estilo de vida, total me asegure un buen techo y el resto solo era paja molida. Eso hasta que surgió la buena idea, pero bastante costosa, del indoor. Pero si le daba un par devueltas, con el tiempo no gastaría tanto en comprar marihuana, no me arriesgaría con traficantes picaos a choro y lo mejor, es que fumaría yerba de la buena y no la mierda café que viene en ladrillos. Sin olvidar por supuesto la utilidades.

Así que cuando me tocara mi oportunidad de ir a mi puesto de trabajo e intentar hacer algo de supuesto provecho. Hablaría con mi supervisora de las posibilidades de tomar un turno extra y que solo sería temporal hasta que se cierre el mes. Ahí nació otro problema, pequeño, pero problema. Mi supervisora es una conchesumadre y tenemos una linda relación de desprecio mutuo. Si yo la considero una amargada, de concha seca e incapaz de ser follada. Ella me tenía por crápula, irresponsable, carretero, rancio, vividor y quien sabe que otras cosas fantaseaba conmigo.

-Señora Cindy- la trataba de señora a propósito, era un año menor que yo –necesito pedir un favor si no fuera mucha la molestia.
-Mientras no me pida libre o un adelanto Don Ernesto ¿qué seria?
-Necesito hacer doble turno, sería solo hasta fin de mes Señora Cindy.
-¿Desde cuando tanto gusto por el trabajo Don Ernesto?- se burlaba ahora la muy puta –con razón tembló en la mañana-  chiste malo y repetido pensaba en mi adentros. Me moría de ganas de responder, decirle que cuando le sacaran las telarañas de la zorra entonces sería un cataclismo. Pero aguante sonriendo y disimulando.
-Es que necesito un dinero extra para unos arreglos en el baño- excusa más que valida –, si no fuera por esta necesidad, de verdad no la molestaría.
-Mañana le tengo su respuesta Don Ernesto, tendría que verlo con los de arriba- al final eso último solo lo hacía para ponerme molesto. Después de todo, ella era razonable si el argumento que presentaba era bueno. Pero aun así seguiría siendo no follable y abominable hasta el fin de los tiempos.

Fue así como un orgulloso flojo como yo, un holgazán que se jactaba de serlo. Se vio dos semanas consecutivas trabajando doble turno y viendo como los días se esfumaban por la ventana. Pensaba en el indoor para aguantar y en lo bueno que es mostrar determinación de vez en cuando. Los primeros días fueron de paja horrible, pero la segunda semana ya me dormía solo con apoyar la cabeza en la almohada. No puede ser normal el amor al trabajo, quizá al dinero, pero no al trabajo. Puede que sea un loco por no seguir los patrones de conducta normales y lo acepto de buena gana incluso. Pero alguien que adore la rutina es de patio, incluso aseguro que tenga cierto retraso de ser así. Y así con todas esas meditaciones, desde el cumplir el sueño del indoor hasta la filosofía de la pega, llego el bendito cierre de mes. Las felicidades son momentos y ese en especial, fue casi orgásmico. Aunque sentía que no podía terminar todo tan fácil y de alguna forma intuía que algo pasaría.

Recuerdo que una vez mi mamá de sorpresa me invito a comer pizza a pito de nada y fue agradable. Una vez mi padre de sorpresa me llevo al cine y lo pase súper. Una vez mi ex de sorpresa mientras dormía, me despertó con una mamada y fue la raja. Puedo decir que las sorpresas pueden ser agradables, pero las hay aquellas que pasan a lo nefasto. Como cuando te encuentras con la sorpresa de que la cecina está podrida y por ende el refrigerador esta malo. Que la marihuana que te vendieron, al fumarla te llevas la sorpresa que te cagaron con orégano. Pero cuando descubres la sorpresa que tu jefa a quien odias, te está esperando a la salida del call center para darte la otra sorpresa de invitarte unas cervezas, porque está sorprendida con mi supuesto cambio de actitud en relación al trabajo. Son de esas sorpresas que no entiendes ni huea y te dejan sin capacidad de reacción.

Me veía sentado frente a ella en ese local de Bellavista, junto a la mujer que nunca en mi vida imagine compartir un trago. Para ser honesto, ni siquiera imaginaba si tenía vagina. Pero ahí estaba disimulando simpatía, intentando desifrar como fue que acepte esa situación y bebiendo a sorbos pequeños. Igual pude conocerla mejor, saber de cierto pololo (esa sí que fue sorpresa) que vivía ocupado y otras preocupaciones típicas de su género. El miedo a la vejes, el miedo a la soledad, el miedo al fracaso y la infaltable intuición femenina. Más que despreciable, la encontraba más bien insegura. La actitud desagradable en el trabajo es para no verse de rodillas, no verse vulnerable como la estaba viendo en ese momento. Sentí compasión y tuve como acto de piedad invitar la siguiente ronda. Me encontraba en un hoyo en ese momento con ella y pedir otra ronda no fue salir, sino seguir cavando. Si tu jefe se emborracha en un paseo o fiesta de la empresa, puede ser simpático e incluso un premio para la clase proletaria. Pero tener a tu supervisora, hecha mierda de ebria y tu verte como responsable de ella, preferiría cortarme un coco mil veces.

-No me digas Señora Cindy hueón, soy tu jefa y te ordeno que me digas Cindy.
-Ok Cindy, lo que me importa si te sientes bien.
-Me siento la raja hueón y rica- eso último me estaba asustando -. Yo sé que vo soy carretero ¿pa qué tan cartucho hueón?
-Seño… Cindy, solo me preocupo un poco- hablando de cordura en un momento así demuestra toda mi desesperación -. Aparte es tarde y no sé me ocurre nada.
-Vamos a mi casa po, vamos y compramos otras cervezas- ya tenía toda la pinta de terminar mal. Maldita sea cuando intuyes hueas.

No sé por qué mierda me deje convencer, puede que el miedo a que le pasara algo sola y perder la pega o de verdad me preocupaba un poco. Estaba yo igual algo arriba del balón, pero en mucho mejor estado que ella por cierto. Aun así, me veía caminado del brazo con la persona que detestaba, pero que al final de todo solo es una molestia. Pasamos por una botillería y compramos unas latas de cerveza, compartimos una a media  mientras descifraba donde ella vivía. Fue un culo, pero llegamos a su departamento en medio de Santiago centro de un solo ambiente, de esos que solo el baño es otro cuarto. Estúpidamente seguí bebiendo con ella y presentía que se complicaría todo más. Estaba sentado a su lado en un sofá cama y ya no de frente. Podía sentir el calor expelía su cuerpo borracho, el acercar más la cara al hablar y que solo era necesario que uno de los estirara la trompa para un atraque. Luche contra de mi instinto hasta lo que más pude, recordaba a mi tío y su regla de no meter la polla donde tienes la olla (no follar con quien tienes una relación laboral). Pero fui débil y vulnerable como ella lo fue toda la noche ¿Cómo es posible que alguien que detestas todos los días, termines con ella en una noche compartiendo saliva? Las consecuencias de dos semanas de trabajo duro y una invitación que no supe rechazar. El indoor costaba más que dinero, pensaba de forma irónica. Eso sí, juro que no tuvimos sexo, solo besos y alguna otra caricia calenturienta. De esa manera pase la noche con ella en su cocina, living, comedor y pieza al mismo tiempo.  Un despertar agitado por parte de ella pidiendo explicaciones, le vi nerviosa y sabía que tenía que mentir. Mentir es un arte cuando necesitas salvar el cuello o que todo quede en nada.

-No pasó nada- ponía cara de póker y usaba tono calmado -, solo la traje porque se sentía mal. Me dijo que sentía miedo de estar sola y que me pidió quedara un poco. Yo acepte pensando que cuando se quedara dormida podría irme, pero yo también me quede zeta.
-¿Solo eso pasó?- aun dudaba un poco.
-Solo eso.
-¿Sabes que tengo pololo?
-Lo sé, un ocupado hombre de negocios.
-Eres bueno Ernesto, siempre te creí un vago, pero estas dos semanas- hizo una pausa algo incomoda -, no pensé que fueras bueno, solo eso.

Pude librar con éxito de una situación incómoda, pero no sin sentir algo de culpa. De alguna forma me aproveché de una mujer ebria y mentí para salvar mi culo. Cindy me daba algo de pena a estas alturas, si no fuera tan hueonamente tirana, incluso sería linda. Aunque desde ese incidente ebrio y baboso, es algo más amable ella y yo menos indiferente. No soy su amigo ni algo parecido, solo la relación es algo más sana laboralmente. Solo una relación de negocios, nada más que eso. Total mi objetivo estaba cerca, el indoor ya era más real que un sueño.


Una vez que llegue a casa llame a Salvatore, contándole que en una semana ya tendría mi parte para el indoor y que todo va según el plan. Para celebrar llego al rato con algo de yerba y un par de cocteles de vodka. Tuve otra sorpresa agradable al darnos cuentas que exhibían por televisión, la más grande obra de arte hecha película: “El Padrino”. Pero eso sí, me sentía incómodo cada vez que Tom le recordaba a Sonny que no lo tomara personal, que solo eran negocios.


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