jueves, 24 de julio de 2014

El ángel de la perversión

Los voy a matar a todos. Los voy a desmembrar, destripar, quemar, desangrar, ahorcar, aplastar, mutilar, machacar, cortar, asfixiar, decapitar, disparar o apuñalar a todos. A esa embarazada por ejemplo, voy arrancarle el feto abriendo su abdomen hasta la altura del cuello. Después estrangularé con el cordón umbilical a la criatura y esperando que sea visto por su madre agonizante.  O al viejo de bastón, de forma sutil, voy a patear su apoyo haciéndolo caer en medio de la calle y que los automóviles lo revienten por todo el pavimento. Arrancar de mordiscos la cara de ese joven, a martillazos dar nueva forma la cabeza de esa señora. Todo eso lo voy hacer y con cada nueva víctima inventare formas nuevas de destruir sus cuerpos y vidas.

Voy a caminar entre los cadáveres pateando sus cráneos y al atardecer me pondré borracho mientras veo como se pudren. Sentiré el pegoteo de la sangre en cada paso victorioso, mientras el hedor a muerte me pone por encima de la ciudad devastada. Prenderé fuego a todo y buscare sobrevivientes para quemarlos vivos entre la podredumbre. Voy a matarlos a todos. YO VOY A MATARLOS A TODOS…

-¡Señor! Señor disculpe, es su turno.
-Ah, este… espere. Aquí le traje la copia de los documentos.
-Veamos, bien, todo en orden. Con este recibo puede retirarlos más tarde.
-Gracias, que tenga un buen día.
-Igualmente.

Voy a matarlos a todos. Voy a matarlos a todos. Voy a matarlos a todos. Voy a matarlos a todos. Voy a matarlos a todos. Voy a matarlos a todos. Voy a matarlos a todos. Voy a matarlos a todos.

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